Conclusiones: La NASCAR como fenómeno nacional

Conclusiones: La NASCAR como fenómeno nacional

Muy pocos deportes han sido capaces de alcanzar la altura y la fama de que ha gozado la NASCAR a lo largo de su vida, y menos aún tienen la capacidad de seguir adelante en tiempos inciertos. La clave para lograr ambas cosas es una fuerte inversión en tecnología. Si no hubiera sido por el uso masivo de herramientas neumáticas en la década de 1950, la NASCAR como deporte podría haber evolucionado de forma diferente a lo largo de los años.

Aunque puede que fueran pilotos como el indomable Richard Petty quienes impulsaron las carreras de stock cars al estrellato en la década de 1970 -con un poco de ayuda del patrocinio corporativo-, los equipos de boxes especializados y coreografiados permitieron sus victorias.

Cuando los jefes de equipo se fijaron un objetivo de 12 segundos, reclutaron a los mejores talentos universitarios y dotaron a su personal de las herramientas adecuadas para el trabajo, los aficionados se quedaron atónitos al ver cómo los equipos se llevaban a casa más victorias de lo que nadie creía posible.

La emoción, si es que alguna vez había abandonado el juego en los últimos años, ahora rodea la agenda del organismo sancionador, y con razón. Los recientes experimentos de la NASCAR con la implementación de paquetes de reglas a mitad de temporada deberían traer algunas sorpresas nuevas a la pista, y un tipo de equipo de boxes más tecnológico al infield.

Aunque es dudoso que en el futuro se persiga un objetivo de menos de 12 segundos por miedo a alterar una tradición que se ha convertido en una ciencia y un arte, la búsqueda de cualquier ventaja sobre la competencia seguirá produciendo grandes carreras.

Independientemente de lo que nos depare el futuro, los aficionados podrán mirar a la pista y ver cómo el deporte gira en torno a los equipos de boxes y las herramientas que utilizan, como siempre ha ocurrido.